EL PALEOCONFINAMIENTO DEL RÍO MAGDALENA Y SUS INCIDENCIAS FUTURAS
Por Ing. Víctor Hugo Marenco Boekhoudt
En un escrito pasado, publicado
también en esta revista de La Sociedad de Ingenieros del Atlántico titulado “EL
RÍO MAGDALENA DESDE SU GEOMORFOLOGÍA”, hicimos una descripción del tramo final
de este valioso activo fluvial de la nación y de su incidencia en la formación
del Ciénaga Grande de Santa Marta (CGSM). Nuevas investigaciones en ese
respecto dan a conocer que antes de realizarse la formación del humedal de la
Ciénaga Grande, el río Magdalena se encontraba confinado o embalsado por la
expresión geotectónica de los Montes de María. La evidencia muestra que hace
unos 11 mil años ocurría una llamada “Condición Extrema” donde el río se
encontraba represado. Las causas de este fenómeno se deben a una actividad
inusual del tectonismo de choque entre las placas Suramericana y la del Caribe,
las cuales de manera sesgada y dinámica, han suscitado el levantamiento
orogénico fluctuacional, del Cinturón de San Jacinto (Léase por favor, Montes
de María). Evidenciar y demostrar el estado de confinación del Magdalena,
denota elementos de gran valía para considerar el presente y el futuro de esta
arteria fluvial y su consecuente enajenación. Como parte fundamental del ciclo
vital del agua, el Magdalena es vida.
El trazamiento geológico y geomorfológico,
su geografía y la demografía de los derredores del Magdalena, siempre serán
objetos de evaluaciones y discusiones. Los enfoques desarrollistas en torno a
las poblaciones ribereñas no encaran ni el devenir fluvio-constructivo, como
tampoco el impacto geoambiental a posteriori. Del río se espera sacar lo máximo
en el actuar económico y logístico, pero poca importancia se le otorga a su
equilibrio biótico, su existencia y su expresión en los años venideros. Simplísticamente,
el río es factor de enajenamiento circunstancial.
El Paleoconfinamiento hace alusión a un evento
extremo de represamiento de aguas del río Magdalena, que determinó
consecuencias de índole regional con sus consabidos impactos en el Caribe.
La expresión de la geografía y su geomorfología evidencia que este suceso se llevó
a cabo entre los municipios de Calamar (Bolívar) y Plato (Magdalena) marcando
un derrotero sedimentogénico de gran alcance en lo que hoy es nuestro país en la costa norte.
|
|
La investigación responde
principalmente a la pregunta del porqué de la expresión sedimentaria de una
unidad geológica conocida como “Gravas de Rotinet”, tan extendida en el norte y
suroriente de los departamentos de Bolívar y Atlántico respectivamente. La
misma presenta un derrotero y un marcaje de su extensión sedimentogénica que
expone un comportamiento secuencial y migracional de sus desembocaduras desde
el noroccidente al nororiente. Ese conjunto de gravas medianas y finas,
consolidadas con arenas de grano diverso, con algunos que otros lentes
arcillosos y depósitos montmorilloníticos, denotaba el avance de flujos
caóticos y revueltos, sin que en ninguna instancia se respondiese por su origen.
Posteriormente se pudo constatar que dichas gravas, arcillas y arenas son
consecuencias directas de un geocatastrofismo reciente de escala regional y vigente
aún hoy, a pesar del tiempo desde su ocurrencia.
Once mil años atrás aproximadamente,
el clima era en esta zona era mucho más húmedo y lluvioso que hoy día. El
efecto de desglaciación en los sistemas montañosos cercanos originó un
incremento sustancial de flujos de agua, la extensión de los bosques tropicales
y la subida del nivel del mar. Trabajos de geología en la Depresión Momposina
han caracterizado un cambio drástico del suelo y de la vegetación entre el
Holoceno y el Pleistoceno, al tiempo que se establece una frontera sedimentaria,
que transita de una regionalidad seca a una netamente húmeda. Aunque la
explicación se sustenta en la acreción orogénica de los Montes de María, como
el activador del paleoembalsamiento del río Magdalena dentro de la hoy llamada
Depresión Momposina, no es posible descartar que los movimientos telúricos o la
alta pluviosidad hayan originado deslaves y movimientos gravitacionales en masa
que hayan causado la contención del río. Efectos que de manera implícita, también
están asociados a los fenómenos de contacto del choque de las placas
geotectónicas Suramericana y del Caribe.
Fig. 2 Flujos de la expresión fluvio-sedimentaria.
|
Luego de solventar las fases acumulativas y de
rellenos con aguas y sólidos que precedió a la formación de un mega embalse,
el equilibrio se rompe con el incremento de lluvias y el deshielo. El agua represada vence las alturas de los
Montes de María y da origen a un desvase de dimensiones supra-colosales. La
contención describe un lago de unos 32 mil kilómetros cuadrados, con una
profundidad promedio de unos 35 metros, contenido a una cota de 47 msnm que
bajó a unos 7 msnm, drenando por unos 456 días con un flujo promedio de unos
45.000 M³/Seg. Todo un mega evento…
|
El marcaje de los flujos
sedimentarios arriba expuestos en la figura 2, denotan un transcurso de la
migración de las bocas en el Mar Caribe del noroccidente al nororiente. Comenzaron
en primera instancia detrás de la isla de Barú para posteriormente conformar el
embalse del Guájaro, la laguna de Luruaco, la laguna de Tocagua, la ciénaga del
Totumo, abrir la boca de Galerazamba donde al frente hay una acumulación
impresionante de arenas y gravas, sumergidas en el Mar Caribe. Finalmente
consolidó su tramo final, formando la CGSM y su trazado actual hasta Bocas de
Cenizas. Este geocatastrofismo, con características fuera de los rangos
actuales, determinó la generación de unidades geológicas, la consolidación de
nuevos espacios, terrenos y la formación de espacios geomorfológicos
determinantes como la CGSM. El barrido de bosques y hábitats por el mega flujo
causó en gran medida el exterminio de grandes especímenes de mamíferos hoy
extintos, como mastodontes y megaterios cuyos restos son encontrados dentro de
las Gravas de Rotinet. El evento descrito va en correspondencia con la geología
actual de la zona y con sus características dinámicas formacionales.
La descripción de este efecto, su
transición, su evolución hidrológica, hídrica, sedimentológica, geológica y
geomorfológica, entregan varias alternativas para su conocimiento actual y para
estudios posteriores. La consolidación antrópica de un punto duro en la actual
desembocadura del río, determinó la cancelación de su vocación sedimentaría, aunque
hoy día sus flujos sólidos sigan mostrándose e incidiendo, de alguna u otra
forma en Bocas de Ceniza.
Fig. 3 Esquema del paleolago previo
al desvase
|
La vasta dimensión de la fenomenología que aquí
se describe, guarda relación con la situación climática imperante por
aquellos años. No se descarta que existiese población indígena para entonces
y si es interesantísimo, del porqué lo Zenúes dentro de su mitología hablan
de un gran mar interior. De todas maneras, el hecho de haber estado represado
por millones de años nuestro gran río y de otra parte, encontrar
recientemente su enlace con el Mar Caribe, dice mucho de su pasado pero
también marca su futuro a corto plazo.
|
Ahora que se están programando
nuevas obras para el desarrollo de la navegabilidad del Caripuña (Magdalena),
ahora que avizoramos nuevas metas para el desarrollo sustentable y sostenible
del país, no podemos olvidarnos de la importancia que posee el devenir
geológico y geomorfológico de nuestro gran activo fluvial, más que todo en su tramo
final. Hay razones de sobra para pensar sobre las causas de su tremenda carga
sedimentaria y es evidente: El río en Barranquilla es uno muy diferente a aquel
que trascurre por Barrancabermeja. Por tanto cualquier labor que amerite su
futura asimilación, su reordenamiento y su planificación, deberá estar sujeta a
su historicidad y su devenir geológico. Hasta el momento tenemos evidencia
concluyente de su paleoembalsamiento más sin embargo no conocemos los detalles
intrínsecos de su expresión lítica, de las geoestructuras detalladas de sus
adyacencias y geoterrenos, como tampoco sabemos de sus etapas transitivas y
condicionamientos geomorfológicos; es decir, no conocemos al detalle su
especificidad geológica que es menester definir y ajustar hasta sus últimos
detalles, en vista de que su posterior estudio puede arrojar como consecuencia,
resultados relacionados con nuevos yacimientos de energéticos, polimetales,
materiales de construcción y muchos otros más… En cuanto a su navegabilidad, y
en vista del altísimo grado de variación que podrá tener el río debido a su
bioclimaticidad (Cambio Climático), se hace imperante que las obras a proponer
para mejorar el tránsito fluvial, vayan en consonancia con su condición geológica
y geomorfológica. O sino, caeríamos en el error de presentar propuestas que no
vayan en concordancia con su derrotero inherente. En todo caso esas inversiones
no representarían el propósito de un río: Hacerlo navegable hasta cuando sus
características inherentes lo permitan. En caso contrario realizaríamos obras
“faraónicas” sin sentido, sin propósitos y sin comedimiento alguno.