jueves, 5 de abril de 2018

EL PALEOCONFINAMIENTO DEL RÍO MAGDALENA Y SUS INCIDENCIAS FUTURAS


EL PALEOCONFINAMIENTO DEL RÍO MAGDALENA Y SUS INCIDENCIAS FUTURAS

Por Ing. Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

En un escrito pasado, publicado también en esta revista de La Sociedad de Ingenieros del Atlántico titulado “EL RÍO MAGDALENA DESDE SU GEOMORFOLOGÍA”, hicimos una descripción del tramo final de este valioso activo fluvial de la nación y de su incidencia en la formación del Ciénaga Grande de Santa Marta (CGSM). Nuevas investigaciones en ese respecto dan a conocer que antes de realizarse la formación del humedal de la Ciénaga Grande, el río Magdalena se encontraba confinado o embalsado por la expresión geotectónica de los Montes de María. La evidencia muestra que hace unos 11 mil años ocurría una llamada “Condición Extrema” donde el río se encontraba represado. Las causas de este fenómeno se deben a una actividad inusual del tectonismo de choque entre las placas Suramericana y la del Caribe, las cuales de manera sesgada y dinámica, han suscitado el levantamiento orogénico fluctuacional, del Cinturón de San Jacinto (Léase por favor, Montes de María). Evidenciar y demostrar el estado de confinación del Magdalena, denota elementos de gran valía para considerar el presente y el futuro de esta arteria fluvial y su consecuente enajenación. Como parte fundamental del ciclo vital del agua, el Magdalena es vida.
El trazamiento geológico y geomorfológico, su geografía y la demografía de los derredores del Magdalena, siempre serán objetos de evaluaciones y discusiones. Los enfoques desarrollistas en torno a las poblaciones ribereñas no encaran ni el devenir fluvio-constructivo, como tampoco el impacto geoambiental a posteriori. Del río se espera sacar lo máximo en el actuar económico y logístico, pero poca importancia se le otorga a su equilibrio biótico, su existencia y su expresión en los años venideros. Simplísticamente, el río es factor de enajenamiento circunstancial.

Fig. 1  Área  de la Paleoconfinación en cuestión.

El Paleoconfinamiento hace alusión a un evento extremo de represamiento de aguas del río Magdalena, que determinó consecuencias de índole regional con sus consabidos impactos en el Caribe. La expresión de la geografía y su geomorfología evidencia que este suceso se llevó a cabo entre los municipios de Calamar (Bolívar) y Plato (Magdalena) marcando un derrotero sedimentogénico de gran alcance en lo que hoy es nuestro país en la costa norte.


La investigación responde principalmente a la pregunta del porqué de la expresión sedimentaria de una unidad geológica conocida como “Gravas de Rotinet”, tan extendida en el norte y suroriente de los departamentos de Bolívar y Atlántico respectivamente. La misma presenta un derrotero y un marcaje de su extensión sedimentogénica que expone un comportamiento secuencial y migracional de sus desembocaduras desde el noroccidente al nororiente. Ese conjunto de gravas medianas y finas, consolidadas con arenas de grano diverso, con algunos que otros lentes arcillosos y depósitos montmorilloníticos, denotaba el avance de flujos caóticos y revueltos, sin que en ninguna instancia se respondiese por su origen. Posteriormente se pudo constatar que dichas gravas, arcillas y arenas son consecuencias directas de un geocatastrofismo reciente de escala regional y vigente aún hoy, a pesar del tiempo desde su ocurrencia.

Once mil años atrás aproximadamente, el clima era en esta zona era mucho más húmedo y lluvioso que hoy día. El efecto de desglaciación en los sistemas montañosos cercanos originó un incremento sustancial de flujos de agua, la extensión de los bosques tropicales y la subida del nivel del mar. Trabajos de geología en la Depresión Momposina han caracterizado un cambio drástico del suelo y de la vegetación entre el Holoceno y el Pleistoceno, al tiempo que se establece una frontera sedimentaria, que transita de una regionalidad seca a una netamente húmeda. Aunque la explicación se sustenta en la acreción orogénica de los Montes de María, como el activador del paleoembalsamiento del río Magdalena dentro de la hoy llamada Depresión Momposina, no es posible descartar que los movimientos telúricos o la alta pluviosidad hayan originado deslaves y movimientos gravitacionales en masa que hayan causado la contención del río. Efectos que de manera implícita, también están asociados a los fenómenos de contacto del choque de las placas geotectónicas Suramericana y del Caribe.

Fig. 2 Flujos de la expresión fluvio-sedimentaria.
Luego de solventar las fases acumulativas y de rellenos con aguas y sólidos que precedió a la formación de un mega embalse, el equilibrio se rompe con el incremento de lluvias y el deshielo.  El agua represada vence las alturas de los Montes de María y da origen a un desvase de dimensiones supra-colosales. La contención describe un lago de unos 32 mil kilómetros cuadrados, con una profundidad promedio de unos 35 metros, contenido a una cota de 47 msnm que bajó a unos 7 msnm, drenando por unos 456 días con un flujo promedio de unos 45.000 M³/Seg. Todo un mega evento…

El marcaje de los flujos sedimentarios arriba expuestos en la figura 2, denotan un transcurso de la migración de las bocas en el Mar Caribe del noroccidente al nororiente. Comenzaron en primera instancia detrás de la isla de Barú para posteriormente conformar el embalse del Guájaro, la laguna de Luruaco, la laguna de Tocagua, la ciénaga del Totumo, abrir la boca de Galerazamba donde al frente hay una acumulación impresionante de arenas y gravas, sumergidas en el Mar Caribe. Finalmente consolidó su tramo final, formando la CGSM y su trazado actual hasta Bocas de Cenizas. Este geocatastrofismo, con características fuera de los rangos actuales, determinó la generación de unidades geológicas, la consolidación de nuevos espacios, terrenos y la formación de espacios geomorfológicos determinantes como la CGSM. El barrido de bosques y hábitats por el mega flujo causó en gran medida el exterminio de grandes especímenes de mamíferos hoy extintos, como mastodontes y megaterios cuyos restos son encontrados dentro de las Gravas de Rotinet. El evento descrito va en correspondencia con la geología actual de la zona y con sus características dinámicas formacionales.

La descripción de este efecto, su transición, su evolución hidrológica, hídrica, sedimentológica, geológica y geomorfológica, entregan varias alternativas para su conocimiento actual y para estudios posteriores. La consolidación antrópica de un punto duro en la actual desembocadura del río, determinó la cancelación de su vocación sedimentaría, aunque hoy día sus flujos sólidos sigan mostrándose e incidiendo, de alguna u otra forma en Bocas de Ceniza. 

Fig. 3 Esquema del paleolago previo al desvase
La vasta dimensión de la fenomenología que aquí se describe, guarda relación con la situación climática imperante por aquellos años. No se descarta que existiese población indígena para entonces y si es interesantísimo, del porqué lo Zenúes dentro de su mitología hablan de un gran mar interior. De todas maneras, el hecho de haber estado represado por millones de años nuestro gran río y de otra parte, encontrar recientemente su enlace con el Mar Caribe, dice mucho de su pasado pero también marca su futuro a corto plazo.


Ahora que se están programando nuevas obras para el desarrollo de la navegabilidad del Caripuña (Magdalena), ahora que avizoramos nuevas metas para el desarrollo sustentable y sostenible del país, no podemos olvidarnos de la importancia que posee el devenir geológico y geomorfológico de nuestro gran activo fluvial, más que todo en su tramo final. Hay razones de sobra para pensar sobre las causas de su tremenda carga sedimentaria y es evidente: El río en Barranquilla es uno muy diferente a aquel que trascurre por Barrancabermeja. Por tanto cualquier labor que amerite su futura asimilación, su reordenamiento y su planificación, deberá estar sujeta a su historicidad y su devenir geológico. Hasta el momento tenemos evidencia concluyente de su paleoembalsamiento más sin embargo no conocemos los detalles intrínsecos de su expresión lítica, de las geoestructuras detalladas de sus adyacencias y geoterrenos, como tampoco sabemos de sus etapas transitivas y condicionamientos geomorfológicos; es decir, no conocemos al detalle su especificidad geológica que es menester definir y ajustar hasta sus últimos detalles, en vista de que su posterior estudio puede arrojar como consecuencia, resultados relacionados con nuevos yacimientos de energéticos, polimetales, materiales de construcción y muchos otros más… En cuanto a su navegabilidad, y en vista del altísimo grado de variación que podrá tener el río debido a su bioclimaticidad (Cambio Climático), se hace imperante que las obras a proponer para mejorar el tránsito fluvial, vayan en consonancia con su condición geológica y geomorfológica. O sino, caeríamos en el error de presentar propuestas que no vayan en concordancia con su derrotero inherente. En todo caso esas inversiones no representarían el propósito de un río: Hacerlo navegable hasta cuando sus características inherentes lo permitan. En caso contrario realizaríamos obras “faraónicas” sin sentido, sin propósitos y sin comedimiento alguno.