lunes, 13 de enero de 2025

LOS TRANSJUNIORISTAS…

Por Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

No es tan fácil: un día Gustavo Petro, antes de una de sus manifestaciones en Barranquilla, cuando andaba por el Barrio Abajo del Río, con guayabera cubana de cuatro bolsillos, un jean resbaladizo y sus afamados zapatos de puntas para arriba, por tanto uso y trajín, dijo que quería ponerse la camiseta del Junior. Le acotaron: “vea, no se la ponga, porque el que es juniorista viene con ella puesta”. Esgrimió su sonrisa de media mejilla y asintió con esa orondidad de rebusque, para seguir a la plaza con sus pasos de costeño zipaquirense. Me acuerdo que el edil del barrio me dijo: “eche, ese man jamás ha hablado del equipo y si se encima esa vaina, se le notará de una la farsa”. Allá terminó en la tarima luego para después rematar con su danza de celulares prendidos…



La gente que más sabe de fútbol en conjunto y en esencia son todos los junioristas, simplemente porque acá, cuando no había nada, traían de refuerzos a bicampeones mundiales, a campeones mundiales y a brasileros de primera línea. Tremenda costumbre carajo y vaya referencia: quedamos tan mal acostumbrados que al Romelio íbamos a ver una chalaca, un Dida sacándose a tres jugadores en una baldosa, a Toño Rada con cañonazos misilísticos importándonos un carajo que el equipo perdiera. Y los comentarios eran: “¿Viste como Ephanor se la pasó por el orto?”, “Tronco de tiro libre de Quarentinha” y ect… ect… ect… Así nació este equipo siendo apenas un advenedizo en su segunda resurrección. Todo eso era perfecto hasta que llegó Fuad Char, Varacka y el resultadismo coherente. Al fin y al cabo, yo siendo un niño, me sigo quedando ahora mayor, con las fantasías desatenidas y las magias exotéricas, que cundían por aquellos tiempos remotos.

¿Por qué lo digo?. Simplemente porque la afición del Junior, siendo bullera, trepidante, apoyadora y carnavalera, sabe mucho de fútbol. La tradición de poner la bola al piso y jugarla sabroso, con trazos de pinturas y pases antológicos, está impresa en la memoria de nuestra surgencia. El abilletado del James Rodríquez perdió la gran oportunidad de reinventarse aquí, simple y llanamente porque aquí aprendimos a esperar, porque está esa otra inteligencia que es la intuición colectiva, de saber que él era el indicado para dirigir la orquesta, cobrar los tiros libres y no correr mucho la cancha; era la clave del armado episódico. Acá te íbamos a potenciar minimizando el esfuerzo físico. Es lo mental lo que se urge... De pelao a tí te androgenizaron mucho para subirte la estatura y eso, tiene sus implicaciones en la solidez esquelética a medida que te acercas a los cuarenta. Nada de regionalismos: pregúntale a Giovanni Hernández que era más frágil que tú.

Sin embargo vendrá otro y a tú aquí tendrás que regresar. Si te portas bien con la selección y salimos adelante, no te preocupes, te vamos a chiflar a la entrada y aplaudir a la salida. Ahora, si vas a chupar banca como lo has hecho en los últimos cuatro equipos (por algo será…), acá en el Metro te haremos un trono, no para reverenciarte sino para que aposentes tus nalgas en ese solio de oro y no juegues. Sin embargo, como tu otro equipo venga a jugar por cualquier vaina acá o allá, ahí si va a ser diferente. Acuérdate que tenemos barristas que ya saben como llegar a la Patagonia a punta de dedo, con perrateo en Ipanema incluído para no bajar la vara. Por tanto ya elegistes y tranquilo, tenemos todavía el poder de alzarte o no… Aquí tendrás que jugar y procura hacerlo a tope, ya que en caso contrario, te van a dar las mismas rabietas que ya has padecido, por portarte como un incompetente conciente o como un mediocre sutil, con los fardos llenos de plata y sin gloria alguna. Todavía te puedes arrepentir…

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