domingo, 20 de octubre de 2024

PEDALAZOS EN LA VÍA

Por Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

Ayer a esta hora, José Antonio Castellanos Eljach, un Ingeniero de Minas graduado de la universidad Nacional de Colombia con sede en Medellín, monteriano y cordobés de pura estirpe, estaba haciendo sus preparativos para ir a hacer su tránsito por la vía al mar que va de Barranquilla a Cartagena. El vivía por ahí cerca del cruce de la autopista con la antigua carretera que lleva a Salgar, Pradomar y Puerto Colombia. Podría decirse que no era un ciclista regular pero le fascinaba hacer ejercicio y el ciclismo despertaba pasiones y deseos de romper con lo habitual. Su esposa lo acompañó, se desborbordaron ambos por la carretera pero a mitad del tramo recorrido, ella decidió regresarse mientras que José continuó más allá del peaje y retornar ya que él siempre la alcanzaba. La mala hora la conocemos y como sabrán, hoy José no está con nosotros y lo terrible no es solo su ausencia. Lo inadmisible es que en estos temas, uno la injusticia la decanta por estos momentos de negación, desespero y dolor, revueltos con la desolación de una esposa y dos hijos que junto con nosostros, no entendemos lo que pasó.


Lo único cierto es que tienen que sucerderle a uno estos insucesos para trascender un poco y soltar los porqués. Revisando los motores de búsquedas y las estadísticas, registro 12 accidentes con pérdidas irreparables de vidas en este tramo de asfalto en cuestión, en los últimos 9 años. Si son más me corrigen por favor  pero lo cierto es que este, es un número inconmensurable y fuera de orden, dada la recurrencia que se presenta y la funesta habitualidad con la que estamos aceptando estos sucesos. Además, si le agregamos que la población de personas que suele ir de correrías por esta vía es de unas 100 en promedio diario, figúrense ustedes lo que sería el guarismo de accidentes anual de esta clase por persona. Es altísimo y no lo voy a citar ya que con lo anteriormente dicho, estos promedios estarían fuera de orden de acuerdo a su recurrencia y frecuencialidad. Esta tarea se la dejamos a los encargados y a ver si se atreven a hacer un diagóstico al respecto. Si no lo hacen, porque nunca se han visto cifras estadísticas al respecto, lo haremos nosotros.

José siempre fue muy auténtico, solidario, trabajador, es decir muy de por aquí y muy de por allá de su tierra, donde jamás te niegan nada, te abren los brazos en máxima extensión y la solidaridad desborda a borbotones. En esos tiempos de La Jagua de Ibirico, de tomas guerrilleras, de secuestros, de falsos positivos y en fin, de tanto conflicto que todavía asolan nuestros terruños, la unión y el apoyo entre los que estábamos al frente de la explotación carbonífera era crucial. Él siempre estaba dispuesto a darte un respaldo y un consejo de manera elocuente y sincera. Todos éramos bromistas y ante esa sensación, a veces de sentirse cercado por todo lo que ocurría en los derredores, el convivir brindando apoyo y respaldo era lo que hacía sobrellevar las vicisitudes diarias. En Becerril, La Jagua de Ibirico, La Victoria de San Isidro y todas esas poblaciones cercanas, deben recordarlo más que a mi. José duró muchos mas años por esos lares y su expresión jovial, certera y amable, siempre será su legado distintivo en el manejo de todas esas lides, que configuraban no solo el aspecto técnico, sino las relaciones laborales y ante todo, humanas en toda su integralidad.

El pesar de saber que una persona con la que hablabas a menudo no está, que tenía tu misma edad y que vivimos experiencias del mismo calibre, trastoca tu ser e invariablemente te aterriza, bajo unas clases de sombras y ansiedades que no conocías. Este accidente estúpido y tribial, desde hace rato puede evitarse procediendo con medidas certeras que con José comentábamos. Colocar cámaras de control de velocidad en los sectores de mayor peligro y ocurrencias de insucesos, campañas de ilustración en los canales locales sobre el respeto al ciclista, corredores viales exclusivos para esta práctica que conecten las ciudades que componen el área metropolitana de Barranquilla, etc, etc, etc... ¿Es que alguna vez le han preguntado a los ciclistas cómo quisieran hacer su labor?. Creo que nunca se han tomado la molestia de auscultarlos. Lo absurdo de todo es que pasan estas "calenturas", diarios y portales sin referencia citan los apellidos de los accidentados erróneamente, dicen que son oriundos de la ciudad que se imaginan y a pesar de esas barbaridades, no hacen ni prevención, ni urden campañas, ni llaman el reconocimiento de los responsables de estos desvaríos. Diaruchos que mojan tinta y manchan las almas de las familas...

No tanto es la ausencia, el dolor o la partida. Es ver ayer a uno de sus hijos con sus brazos en equis en el pecho, como buscando en el aire a su padre en toda esta inmensidad de incompresión y medianías, o a la esposa en un desconsuelo visceral y recóndito, donde no bastan las externalidades para encontrar al ser querido. Ayer estaba y hoy no... Ese es el gran y estúltico meollo, pero cuando todas estas afugias hacen tránsito de lo habitual a lo incomprendido, resalta con palidez, el meimportismo de todos los que respondemos por la disgregación y el caos creado. Pareciese que no hubiera espacio para nadie. No señalo a alguien en específico pero todos somos responsables. Hay unos hijos y hay una mujer digna que están en expectancia. Este es un caso específico pero sin embargo, hay muchas otras familias que lo están también, con tal que estos mandatarios al fin se siembren en sus antonomasias para hacer lo correcto y disponer en integridad, con el fin de ser felices... O quizás para que el padecer sea a lo menos más asumible y temporal. No sé, pero creo que a José no tenía que pasarle esto.




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