jueves, 28 de mayo de 2020

CORONAVIRUS Y "FINANCIERISMOS SIMPLES"

Todavía la crisis en Colombia originada por la infección del coronavirus no ha terminado. Pero, surge sin lugar a dudas unas preguntas: ¿cómo vamos a reaccionar ante las viscitudes y retos económicos que se presentan?, ¿qué haremos con nuestras magras finanzas?, ¿qué nos depara el futuro económico a mediano y largo plazo?. Sin lugar a dudas, se presentan ante nosotros una gran cantidad de inquietudes, que tenemos que armar previamente en un contexto histórico. Esta es quizás, la única una remembranza de la gran depresión qué ocurrió entre los años 1929 y 1933. Tal como pasó en esos años, la economía del mundo se postra, se relega y no va de acorde con la satisfacción de las necesidades básicas de las personas. La relantización de los haberes, obedece a las magras opciones que se presentan por la dinámica sin alternativas que están exponiendo el gobierno colombiano en conjunción con la banca privada. Ante estas coyunturas, la única defensa que tiene el ciudadano común, es basarse sus propios ahorros si es que tiene algo guardado o en su defecto, realizar la búsqueda y fuentes de financiamiento. A esto, dentro del contexto histórico en el siglo pasado también puede adosar las situaciones vividas con la primera y la segunda guerra mundial. 

Por ahora no existen ningunas alternativas para detener la infección por el virus SARS-COV-2. Ante un hecho determinante como éste y ante las pocas alternativas que exponen los entes gubernamentales, la crisis financiera se extenderá principalmente en aquellos países con mayor número de afectaciones y decesos. El nivel de indeterminación es gigante, no hay variantes que expongan una luz al final de túnel, puede en pocas palabras parecer en cierta forma irresoluto pero eso es lo que tenemos. Los teoricismos macroeconómicos no logran explicar, en forma flexible cómo saldremos de de estas ataduras. La cuestión a corto plazo quizás radique en cómo detener la infección. Pero considerando el orden actual del caos, es muy probable que se presenten más de tres oleadas y que el mundo entre en una sucesión rítmica de intentos de restablecer la economía y de caer de nuevo, en un marasmo sin medida alguna. Es lógico que el ciudadano común, tratará por todos los medios de restringir el consumo de servicios y productos de poco valor y de ínfima incidencia. A esto le están llamando del "infra-consumismo" y también se presentó en la gran depresión y en los meses posteriores a las dos guerras mundiales. Sin embargo es pertinente referenciar, que a diferencia de esos años, hoy tenemos el tejido social conectado de manera inmediata y es muy posible que muchos de los ciudadanos entren a exponer sus mejores soluciones, de acuerdo con la realidad económica que se vive. Por favor no confundamos que esto vaya a significar una reducción de nuestros apetitos o ansiedades. Los medios de comunicación convencionales, como la televisión y en gran medida las compañías de información con base en la internet, harán campañas masivas para invitar a sus abonados a apropiarse de tales servicios o de otros bienes. 

Ante este nivel de indeterminación es obvio que las personas y el ciudadano de a pie, entrarán a gastar mucho menos. El susto afecta al estilo y esa es una ley de la moda y las apariencias engañosas y engañantes. Claro que un escenario en el cual se especifica una brusca caída de la demanda, determinará un reordenamiento económico drástico, concluyente y dirigido en contraprestación, a contrarrestar al estamento gubernamental. El estado puede presentarse como un gran aglutinador pero en el caso contrario, puede ejercer el papel de un rompedor de enlaces. Lo importante es reconocer que nosotros los ciudadanos común y corrientes, poseemos la iniciativa de determinar nuestras apetencias y nuestras direccionalidades para definir que adquirir y que no. Es natural que con base en estas prerrogativas, los partidismos políticos y las ofertas electorales se centren en redireccionamientos y en variantes de estas sutilezas. La persona común y corriente ni siquiera se enterará, en cuánto caerá el producto interno bruto como tampoco se percatará, del nivel de endeudamiento al cual escalaremos. Nos habremos de aferrar a los pocos fondos que habremos de tener; no existe otra alternativa. Pero ¿qué pasará con estas prácticas novedosas de consumo, hacia dónde se dirigirán y cómo se asimilarán?. 

Queda latente por ende un eslabón que no puede pasar por desapercibido y es la desigualdad. Ante estos escenarios, será muy lógico que la diferencia social en un país tan clasista y retaliador como el nuestro se acrecente. Es muy poco probable que el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, estén en capacidad para hacer las asistencias financieras que demandarán nuestros países, para salir de esta crisis tan grave. Latinoamérica se encuentra en un grave riesgo no tantonpornel decrecimiento venidero sino por el ahondamiento de la desigualdad por la imparidad financiera y económica. ¿Hasta qué punto se profundizará esta desigualdad, ¿quiénes responderán mejor o peor?, ¿cómo serán las respuestas con base en la solidaridad y el apoyo entre los diferentes estamentos y entes de cualquier índole?. Esta crisis es de grandes dimensiones y tendrá sus influencias en todas las expresiones vitales que a nosotros nos conciernen. Serán siendo las ganancias de algunos y de unos pocos.

Víctor Hugo Marenco Boekhoudt