En 1981, cuando arribaron esos estudiantes provenientes de Afganistán a la universidad, pertenecían a la élite de los apoyadores políticos que respaldaron a los soviéticos durante la invasión. Las estudiantes venían con sus esposos casadas desde ese país, una condición que fue aceptada por el gobierno soviético y que estaba destinada a proteger a sus mujeres. Ellos llegaron a ser un número superior a los 350 estudiantes, en el recinto universitario y solamente supimos que componían un número cercano a los 3800 estudiantes. El choque cultural fue severo en exageración, y no solamente correspondía al recelo de los varones afganos por sus mujeres, sino al hecho de que muchas de las señoritas afganas, empezaban a conocer una sociedad y un tipo relacional mucho más abierto e incluyente. Las afganas son mujeres de rostro muy lindo y de trato muy femenino en su mayoría, pero quizá lo más característico y valorable de ellas, es que se atributan una gran generosidad, cordiales y muy aprehensivas hacia los exponentes de otro origen. Ellas eran mejores estudiantes pero lejísimo, que sus varones borrachones en los claustros universitarios. Cuidan de sus hijos en forma integral y con denuedo, algo que nunca noté en otros ámbitos. Lo que nunca supieron los hombres afganos, era que a las recién llegadas, sus compañeras de vieja data le aconsejaban no tener hijos hasta cuando la situación con el estudio y su relación con el marido, no se sedimentase de la mejor manera. A fin de cuentas, estas esposas estudiantes terminaban en su mayoría, separándose por vejaciones, y eran defendidas por el establecimiento soviético en la búsqueda de mejores opciones. Pues bien, no era de extrañar que ya manejando sus libertades, ellas fuesen muy solicitadas por sus capacidades, por su idiosincrasia y por su condición de mujeres excelentes, para contraer nupcias con extranjeros, principalmente rusos, que se desvivían por ellas.
Por tanto surgen preguntas, además de obvias y lógicas, muy pertinentes para nuestros entornos en Barranquilla y en Colombia: ¿sí estamos preparados para recibir a una cantidad innumerable de refugiados de ese país?. ¿Tenemos la capacidad para asumir los riesgos que implica el manejo de unos extranjeros, muchos de ellos iletrados, con poca preparación y sin deseos de hacerlo, sin conocer el idioma, con costumbres totalmente diferente a las nuestras?. ¿ Sí hemos sopesado la confrontación cultural que implica un experimento de esta clase en Colombia?. ¿Cómo se costeará la permanencia de ellos?. ¿Cuáles son los tangibles e intangibles, para manejar a aquellos elementos que puedan ser parte de la penetración de cuadros terroristas o subversivos, en miras de llegar a los Estados Unidos?.
Aquí en Colombia y especialmente en Barranquilla, tenemos dos clases de analfabetismos bastante recurrentes y que se precian por ser expresivos, en órdenes de superlatividad. El primero, es aquel obvio del que no está instruido, más el segundo, que creo es el peor, es el de ser considerados alegres, jolgorios y aperturistas, al tiempo que por el colador, penetran las malas influencias y los cruentos desaires. Tenemos el derecho a ser selectivos y en estas odas de la actualidad, donde estamos presentando el feminismo y la real valoración de la mujer en la sociedad como banderas urgentes, creo que sería lo más serio en manejar esta situación con guantes de seda. No sé, ¿qué clase de manejo se le daría a esta situación, y quiénes serían los encargados de tener la vocería ante los refugiados?, pero los conflictos que se presentarán, serán numerosos y muy difíciles de manejar. No piensen siquiera en tratar de integrar en fases productivas, a personas que vengan de ese país, por que sería un despropósito del cielo a la tierra. No estoy hablando de las barreras culturales, ni estoy dando énfasis al tratamiento de su condición humana, sino que el tema ideológico y el tratamiento relacional, es bastante complejo y bajo esas condiciones, en este país no tenemos ninguna clase de experiencia. Es menester por lo tanto, que nos den la claritud y la información necesaria sobre las condiciones bajo las cuales iremos a recibir a estas personas. El país se lo merece, Usted, yo y todos nosotros juntos a la vez... eso no es soplar y hacer botellas.
Víctor Hugo Marenco Boekhoudt