lunes, 15 de enero de 2024

AHORA, LA HISTORIA PESA MÁS QUE ANTES...

Por Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

Esa máxima que rezaba que la historia la escribían los vencedores, no es del todo cierta… El año pasado, el reino de los Países Bajos, salió a pedir perdón a todas sus colonias por los estragos que causó con la esclavitud. Algo parecido y bajo esas mismas instancias, hizo Alemania con relación a su nefasto pasado colonialista y esclavista en la Namibia de África. Con toda esta connotación histórica y que de paso, interrelaciona a muchos países en el mundo, la asimilación de los legados anteriores, ahora posee otra tónica y se explaya de manera diferente.

Atardecer en Salgar, Colombia…

En los tiempos actuales, hay muchos países que están aprendiendo a mirar hacia atrás y de esta misma manera, a extraer las conclusiones pertinentes respecto a su historicidad. Si de alguna manera se pensaba, que todo el engranaje esclavista y colonialista, no influye en la política de hoy, yo creo que quedan aún estertores que siguen teniendo vigencia. No, estas no son conclusiones prosaicas o tomadas a la ligera… El recuento histórico es un concepto impuesto y que va por encima de las voluntades de aquellos que la leen.

Nadie va escribir una historia anatemizada; dicho de otra manera, Uribe Vélez jamás en su vida sustentará que él participó en las masacres del bajo Cauca. Sin embargo y a raíz de la coyuntura del legado histórico, muchos países en el mundo están observando los nuevos relacionamientos comerciales, bajo esta clase de óptica. A diferencia de muchos años atrás, ya no es tan fácil imponer una condición de exclusividad ya sea en aras del consumo o en las exportaciones… Más clara no puede ser la volición, de las antiguas colonias africanas de desprenderse de las metrópolis europeas. La palingenesia de los subyugados se hace ahora mucho más evidente que antes.

Ahora esto se ha trastocado de manera diferente, y se evidencia como un juego de orgullos. Ya lo hemos visto por ejemplo acá, cuando el rey español llega a latinoamérica a darle las bendiciones a cada nuevo presidente que emerge. ¿De qué popularidad puede granjearse un séquito que tantos dolores y maldades sembró en nuestras tierras?. Ahora resulta que el trasiego de la historicidad, pesa mucho más que las alternativas económicas que puedan establecerse en cada negocio. Son unívocas al pasado, pero hoy día, demasiado evidentes al futuro inmediato. Por eso tal vez, es más importante considerar la otra máxima que dice, que aquel que no consulta la historia, está condenado a repetir sus errores.

Con toda esta pluralidad de fuentes de información y considerando también que los países en desarrollo están criando menos hijos, las opciones más determinantes están del lado de las antiguas colonias. Nadie quiere enrolarse en la marina británica, la legión extranjera en Francia se queda sin gente, el ejército estadounidense está lleno de migrantes latinos y de otras partes del mundo, buscando sus papeles… En fin, es el estocastismo de la conveniencia, que como aves rapaces de corto vuelo, le caen a los cadáveres para medio subsistir.

Ahora que la gente mira para otro lado, también hay que considerar con mucho detalle que esas opciones de elección, tienen asideros de peso y que pueden influenciar a largo plazo. En estos momentos y como nunca antes, no va a ser fácil imponer relaciones comerciales con base en la amenaza y el susto. Todavía siguen vívidas las imágenes de los zoológicos humanos que hacían en Bruselas con los grupos indígenas, mostrándolos como seres minúsculos y poco valentes. Pues bien, allí abunda la historia con todos sus pormenores y ahora para rematar, salen taimados líderes en varios países, que recetan sus victoriosas medidas económicas, pregonando el neoliberalismo para que abunden los negocios, importando un carajo si es narcotráfico o no…

Pues bien, ahí está la historia con todos sus cánticos y réquiems… Jamás podremos salir corriendo para alejarnos de ella. Olvídense de eso, que el actual entronque económico no está para establecer rangos de justicia social sino para obtener ganancias. El “dulce” de la codicia y del acaparamiento, es un tema de absoluto descontrol: no sabemos lo que generará después pero nos contentamos con su posesión. La opresión, el avasallamiento y la imposición por la fuerza está muy bien relatada. Ahora que emergen nuevas alternativas, tocará pensar por cuál de ellas actuar. Quizás por eso, las metrópolis ahora con el correr de los años, experimentan un tipo de soledad que jamás en sus vidas habían conocido. De verdad que no entiendo, cómo es posible que existan personas con una riqueza, tres o cuatro veces mayor, que el producto interno bruto de una nación de decenas de millones. Los límites están de un solo lado…