jueves, 30 de junio de 2022

LAS ALEGRÍAS RESBALANTES

Ningún triunfo electoral sobrevive a la víspera después del rato. No paro de torcer mi boca e inclinar mis ojos, por la cantidad de advenedizos que sonríen, flirtean y hasta dan saltos de felicidad creyendo que todo va a ser pan comido. ¿Acaso no se han percatado que estamos en un estado de sugestión conciliado?. Entonces alístense, que gran parte de toda esa autarquía procaz, que los hace parecer que se libran de  las afugias venideras, se va a caer como castillo de naipes. Los están cocinando de todos a una vez. La vana ilusión de ese mecanismo de movimiento perpetuo que les dará todas las felicidades del caso, son pésimos síntomas, como también se expresan las risitas triviales de los contradictores. Creo, más bien, que deben alistarse para prever de dónde vendrán los mamellazos, y cómo habrán de alistarse para absorber los sacudones. 


Sí claro, todos estamos a la expectativa no tanto por la ganancia sino por las primeras promesas incumplidas. Dijeron que haríamos una tremenda parranda después del triunfo y no he visto una sola, a no ser que no se sepa del todo qué es lo que significa parranda para el presidente electo que es de la costa caribe colombiana. Por tanto, si poco a poco vamos soslayando el discurso y con algunos epítomes, dibujamos lo supremo del ser o el extracto de todas las combinaciones rebobinadas; en términos ideales nos acercamos a la perfección. De nuevo lo digo: mucho cuidado con esas alegrías epidérmicas, cuando abren los ojos con la dulzura lactosa al saborear el poder. Muy distinto se presenta fraternizar una postura, y otra es que los pongan a modelar para hacer el ridículo, a pesar de la experiencia bogotana. En fin, se nota que de aquí a diciembre, faltan varios meses pero no excluya que los estén adobando para la gran fiesta de todos los fines de años.


Ya llegaron los rogadores, los veo haciendo las filas del caso, aparecieron los pide puestos, los imprescindibles, los que tienen los contactos, los mismos descubridores de los vende votos que son precisamente los que se encargan de realizar los sufragios. Todos exudan felicidad con los grandes acuerdos, pero parece ser que eso se puede trastornar en una rebatiña de buenos modales con dagas detrás de la cintura. Es que ya estamos autocurados del clientelismo, cuando a su buena manera, el desfile de sus grandes exponentes no cesa en ningún instante. ¡No importa, qué siga la alegría!. Las caras alegres no tienen porqué terminar, las aristas ya están rebanadas y no pinchan, el denuedo con que hacemos el trabajo, será más que imprescindible y de una y otra vez, habremos de creerle más a aquellos que prestaron sus casas recientes para la representación política, que incluso aquellos que conocemos de vieja data. Sabrán esperar, siempre lo hacen… No se les ocurra enturbiar esta felicidad que para largo sirve, no le hagan ojitos a los condescendientes. Ya hace rato me percaté que en esta trama no hay dolientes. Ya viene el primer vagón en camino y a pesar de haber opción para replantear el metro a su opción subterránea, eso no importa, ¡qué venga!


Es imperioso juntar las voluntades, iniciar los comienzos y perjurar las sonrisas de satisfacción. Lo que pasa es que no me trago los amagues… Sé que vendrán y a montones, sé que va ser de frente la pedidera. Era cierto que durante la alcaldía, devolvían los regalos con ramos de flores, sin embargo, a la vuelta de la calle, otros los reclamaban. ¿Y qué vamos a hacer con las mermeladas y la leches untadas de miel?. Ellas van a llegar por ese enquistamiento en el camino político del país. Somos varios que a la vera del camino, estaremos atentos a lo que pueda suceder. Del mismo modo como se ha solicitado certeza y estructura moral para pedir que se acabe la corrupción, quisiéramos ver cuáles serán los novedosos mecanismos de control para evitar que la misma, arrase y florezca en el nuevo gobierno, en vista de toda esa “pajarraquería” que flota entre los taimados. Nadie les dice que sean perfectos, el problema consiste en que eso es lo que se promulgó. No tornen en errores, la inexperiencia de conciliar a cabras y lobos. Lo que falta es bastante para soñar simplemente que con lo que se ha hecho hasta el momento, sobrará y bastará para resolver. Todos los días tocará despertar.


Víctor Hugo Marenco Boekhoudt