jueves, 19 de septiembre de 2013

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (PARTE IV)

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT  (PARTE IV)


EL RIESGO Y SU ADMINISTRACIÓN

La administración del riesgo es un aparte sustancial y vital, como marco de referencia a futuro inmediato en cualquier POT que tenga buenos propósitos y esencia. Por tanto considerar los estimativos previos, la evaluación y definir un plan de acción general referente al concepto holístico y abarcador del concepto  “riesgo”, sin duda propondrá el qué hacer organizadamente, en las actuaciones para solucionar y solventar la crisis que se presentarán. Esta premisa no debe encararse con signos de fatalidad porque simplemente en su mayoría, son sucesos que nunca se podrán ni advertir y menos controlar, especialmente aquellos que se presentan súbitamente. Lo que sí podemos hacer es ejemplificar los planes de actuación que propongan todas las ejecuciones tendientes a solucionar con prontitud y con eficiencia, los arrastres y desazones que llevan consigo hechos de esta naturaleza. El problema radica en que muchas de los actuaciones de las administraciones en estos casos, como se ha visto en Barranquilla, se abrazan en el causal de la  contratación, conocido como  Urgencia Manifiesta para actuar con procederes “non sanctos”, otorgando contratos a dedo y creando mayor caos y desorden irresponsablemente, nunca solventando con integridad  las causas de estas eventualidades. Creo que es más fundamental sopesar los aspectos históricos que involucran al riesgo, sus precedencias y frecuencia de aparecimiento en el mismo contexto, antes de plasmar en un Plan del Riesgo sesudo, inentendible y muchas veces sin vectores de actuación generales ni específicos. 

EL DISCURRIR DEL AGUA.

No creo que nadie discuta el impacto inmediato y nada sutil que el agua plasma en el devenir de  Barranquilla. No tenemos un plan de riesgo sustentado en la propuesta del POT que se propone, como tampoco no existen especificaciones que presenten las actuaciones que encararemos en casos en que el agua salga de control. Si no sabemos cuánto nos cuesta la problemática de los canales abiertos en los que se convierten más de 20 avenidas en Barranquilla, menos nos interesa conocer con precautelación, que haremos en caso tener impactos diversos, como hoy día los tenemos. El balance es tétrico porque no estamos entregando la mejor visión de ciudad habitable, de ente dinámico, de urbe con capacidad resolutoria al no encarar con suficiencia nuestro “deber ser” ante las escorrentías en la ciudad. En el país se preguntan por qué en esta ciudad ocurren tales fenómenos y muchos de sus habitantes sabríamos responderla. Incluso, se preguntan cómo es posible que hayamos convivido con ellos (los arroyos) por tanto tiempo? Y creo que esbozo una respuesta: desidia y falta de firmeza de las diversas administraciones que han transitado por la ciudad para solucionar tal obstáculo. Creo que es hora de que en un Plan del Riesgo en el POT se den a conocer las prerrogativas para encarar este tremendo limitante del desarrollo de la ciudad, cuyo impacto en su prestigio es evidente y que a futuro, causará márgenes de desinversión en proyectos que potencialicen nuestro futuro de ciudad. Un plan del manejo del riesgo debe ser sólidamente precautelativo; es decir, se encarga de ejemplificar la logística de estar debidamente informados respecto a los posibles eventos, sucesos y factores de crisis que puedan causar el discurrir del agua. Es que la misma agua es el factor más incidente, actuante y acelerante en la tierra como generador de cambios geológicos  y por eso nadie pelea con ella. Entonces, por qué habremos de quedarnos quieto? Hay propuestas planteadas por la ONG Cívicos en Acción que se radican en principio de informar para actuar. Dicho de otro modo, si sabemos que las precipitaciones de sobra impactan como lo hacen en la ciudad, por qué no contamos con un sistema de alerta temprana de lluvias? Ya hay sistemas que pueden advertir aguaceros torrenciales con dos horas de antelación, tiempo suficiente para informar a los habitantes y prepararse. Podemos activar la información por las redes sociales. Si a esto le asociamos el inminente conocimiento de detalle de las unidades geológicas, su dispersión en la ciudad, su reacción de acuerdo a las corrientes, entonces tendríamos un activo fundamental para sustenta el Plan del Riesgo en el POT. Basta que en la ciudad ocurra una precipitación mayor a los 3 milímetros por metro cuadrado para que en sus horas laborales, se detenga y se adormezca por completo.

LAS LADERAS DE LA CIUDAD

Los deslizamientos que se presentan en las laderas de Barranquilla, la noroccidental y la suroccidental, no es un fenómeno geológico reciente. Es de muy vieja data como se explicó en entregas anteriores que muestran una historicidad que es recurrente. La urbanización de las laderas suroccidental posee un carácter muy particular porque se fraguó en la ocupación de terrenos que no fueron muy apetecidos por sus antiguos poseedores. La expansión urbana en Barranquilla se da espontáneamente hoy día en muchos sectores y eso es un comportamiento caótico, que por muchas administraciones de la ciudad ha sido consensuado con propósitos evidentemente electorales. Lastimosamente la geología no se basa en esos conceptos y por ende, cuando hace efectivas sus manifestaciones han sido muchas las personas de bajos ingresos que ha padecido la inclemencia y los sinsabores de los deslizamientos. El Plan del Riesgo de la ciudad tendrá que afectar el concepto de la planificación urbana en todos los espacios del suroccidente de la ciudad. Entonces no es sólo en insistir en hacer una validación geológica de los terrenos que componen la ciudad, la cual es una tarea a priori y que el POT no posee, sino hacer un intercambio de información, una conectividad consultiva entre los apartes del Riesgo, la Gestión Urbana y el tratamiento de las escorrentías. No hay discusión sobre las diversas zonas de altísimo riesgo que presentan sectores en varios barrios de la ciudad, como La Manga, Cuchilla de Villate y otros por no citar más. Fácilmente se elucubran soluciones paisajísticas con base en el trazado de parques y zonas de ocio, pero cómo haremos con su sostenibilidad geológica? Cómo haremos para evitar que sean repobladas? Hay muchas preguntas sobre ese respecto y muy pocas las respuestas a las mismas.  Ya han ocurrido dos eventos mayores en la expresión de los deslizamientos de las laderas de Barranquilla, el barrio Las Terrazas y en Campo Alegre. Otra vez insisto en el imaginario colectivo de los habitantes de Barranquilla, la ciudad movediza, la urbe poco garante de orientar donde podemos habitar y administraciones desinteresadas en la búsqueda de soluciones reales, sustentándose más bien en  placebos mitigacionales, como hoy día se hace… Lo peor es que por la adjudicación de licencias de construcción, a compañías donde laboraron familiares muy cercanos miembros visibles de compañías urbanizadoras, podamos incurrir en el tercer evento de inestabilidad, es decir, formalizar conjuntos habitacionales inestables e impactar la Autopista de La Circunvalar por los subsecuentes efectos de estos factores antrópicos en su periferia. No tanto es hacer el ridículo como gestores de ciudad ante el país y el mundo, no… La situación estriba en que a largo plazo, esta ciudad se pueda tornar caduca y ostensiblemente parca como objeto de vida, de gestiones de proyectos a largo plazo y de inversión integral. Por lo tanto el problema de las laderas y su concepción como factor de riesgo no es sólo vital sino impostergable. Es triste ver que en las áreas del suroccidente, en las zonas activas de estos deslizamientos los tugurios no sólo son más incidentes, sino que se configuran en los aposentos temporales de los nuevos inmigrantes de la ciudad. Es evidente que como tal, el conocimiento geológico de la ciudad y su expresión urbanística muestran una disección clasista marcada en el poblamiento urbano de la ciudad. Lo peor es continuar con una tendencia de ese estilo, tan rezagante y degenerativa para los intereses de todos nosotros.
Vista del sector de Campo Alegre y la 38 taponada por flujos

EVACUACIÓN DE LA CIUDAD

Hay hechos y eventos extremos que pueden presentarse sin duda y que deben ser tenidos en la cuenta con todo el interés y la seriedad que merecen. Ni estamos exentos de ninguno de ellos  y con la más sensata objetividad, tampoco tenemos un amparo que sea garante de nuestra estabilidad. Nosotros estamos abocados a situaciones de riesgo extremo como huracanes como factor primario, tormentas con alto potencial pluviométrico, deslizamientos súbitos de tierra en las laderas  y terremotos que generen más inestabilidades. Bajo ese espectro el POT debe consolidar los planes de evacuación de porciones de la ciudad y/o de toda la ciudad de acuerdo a lo que se presente. Es pertinente hacer simulaciones balanceadas, realísticas y netamente confiables como factor de advertencia y preparación. El modelamiento de esta clase de probabilidades y su extensa difusión a los habitantes de la ciudad salvaría sin duda numerosas vidas. No estaría de más que dentro de la gestión del Plan de la Ciudad se considere hacer rutinariamente simulaciones de reacción de la ciudadanía a emergencias extremas de muy probable ocurrencia. Creo que nunca algo de ese estilo se ha hecho en la historia de la ciudad y estamos en mora de realizarlo programadamente. La elaboración de un estudio detallado del riesgo de  ciudad puede brindar mejor ilustración sobre cuáles o cuál, de tantas circunstancias probables, son las requieren  mayor atención en la prospección de un plan de evacuación y salvamento de sus habitantes. Insistimos que la consideración de evaluaciones estadísticas en un contexto histórico puede desestimular estudios de esta catadura amparándose en el facilismo. Sin embargo, saber orientar en el cómo evacuar la ciudad, considerar las rutas a proseguir en ese caso, que sitios ocupar temporalmente luego del episodio y cómo retornar en forma segura, es un aparte importante y referencia sustancial en la estimación del Riesgo dentro del POT.

Casa fracturada por deslizamiento ladera suroccidental


CONVENCIMIENTOS

No creo que exista un pesimista en Barranquilla que piense que esta ciudad no tenga alternativas para ser el espacio de vida que todos necesitamos. Sin embargo el factor Riesgo al sustentarlo, no es muy digerible en cuanto a su concepción, por las aristas nada agradables que muestra. Tenemos que convivir con toda la probabilística que el Riesgo encara como tal, pero también estoy convencido que sabremos salir adelante cuando algo de ese estilo ocurra y toco madera... Pero somos solidarios, somos muy sensibles y ante todo, existe una convicción sólida y boyante por hacer de este terruño un aforo de seres donde impere el querer ser. Este es nuestro gran activo y quizá el de los mayores porque deseamos mejorar los espacios vivenciales y de desenvolvimiento, estamos en pos de darle cabida a todos, hacemos planes para que las opciones de vida y amor sean elocuentes y construibles. Un POT debe hacerse en tres dimensiones, debe contar con los recursos técnicos y de modelación apropiados y finalmente, debe enfocarse en encarar los problemas de la ciudad en términos globales y con altruismo, sin marginaciones ni sesgos para la conveniencia de unos pocos.















Víctor Marenco Boekhoudt
Ingeniero Geominero MSc en Geominería.
victor.marenco@gmail.com Twitter @victor.marenco

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