miércoles, 1 de septiembre de 2021

DESASTRES NATURALES, ECONOMÍA Y ANTROPISMO

DESASTRES NATURALES, ECONOMÍA Y ANTROPISMO

Colombia nuestro país, en estos casos, no pasa desapercibido. La cuenca del Caribe tampoco es la exepción. Barranquilla, que se precia de poseer cierto nivel de aseguramiento en esta tónica, no puede descreerse en que nada malo le ocurrirá. Miren, en los últimos tres años, el indicio notorio de los incendios forestales en la isla de Salamanca, al otro lado del río. El aumento de la temperatura media en el globo terráqueo es un hecho demostrado científicamente y nos impactará. Hoy 1 de septiembre del 2021, las Naciones Unidas ha publicado un informe en el que constata, que el número de desastres naturales en el mundo, se ha multiplicado por cinco en los últimos 50 años (según la Organización Metereológica Mundial (OMM), adscrita a la ONU). ¿Qué vamos a hacer y cómo aumentaremos nuestras capacidades de resilencia?. ¿Cuál es la estrategia para responder ante esos eventos que se presentarán?.


En el período de 1970 a 2019, ocurrieron más de 11 mil eventos, catalogados como catastróficos, con un alto número de pérdidas de vidas humanas en el mundo. Si el número de desastres naturales se ha quintuplicado en los últimos 50 años, significa a debidas cuentas, que existe una tendencia incremental, en que el diagnóstico arriba citado, se convierta en realidad. Aunque todo el enfoque se centra, en el tema del control y reducción de los márgenes de temperaturas globales, eso no es todo. Enfriar el planeta sin considerar la regulación de los sistemas bióticos y abióticos, las condiciones sociales y el entorno anímico, es un despropósito total. 

Los desastres han surgido debido al mal llamado "cambio climático", cuando a fin de cuentas es una "variación antrópica" que ocurre por muchas causas casi que imposibles de resumir, principalmente debido al aumento de uso de combustibles fósiles y las generación de gases termoincrementales, tantos pasivos (liberados después de estar acumulados inertes en las capas terrestres), como activos (producidos por el antropogenismo industrial).  Entre 1970 y 2019, los desastres naturales en todo el mundo, afectaron a más de 2 millones de personas, y el 91% de las muertes, ocurrieron en países en vías de desarrollo. Los daños causados ​​por los desastres ascendieron a 3,6 billones de dólares, según el informe citado. El mismo constata que sólo las sequías, tal como se están viviendo en Colombia y otros países con alta cobertura de bosques,  han provocado la muerte de 650 mil personas, las tormentas, 577 mil, las víctimas de las inundaciones fueron 59 mil personas y, como resultado de la ola de calor, murieron cerca de 56 mil habitantes.  Los desastres naturales también causaron grandes pérdidas económicas: en la década de 1970, ascendieron a $49 mil millones de dólares. En el período de 2010 a 2019: 383 mil millones.

Según el informe, siete de los diez desastres más devastadores en términos de incidencia económica ocurrieron en 2005, tres en 2017. La cuenca del Mar Caribe, sin duda alguna, será impactada con todas las consecuencias, que ocurren hoy día en el hemisferio norte. Sin embargo lo más triste, es que estas advertencias pasen por desapercibidas y/o soslayadas, al prestárseles la poca atención del caso. Es natural que pensemos en el carnaval y en los juegos Panamericanos, con toda la parafernalia que todo eso conlleva en Barranquilla... Lo contraproducente está en la aparición de consecuencias súbitas, inmediatas y mediatas, las cuales hasta el momento no están identificadas. Vamos a tener aumentos en los incendios forestales en el parque vía Isla de Salamanca, vamos a tener una reducción notable de árboles y de cobertura vegetal arbustiva, se presentará la desecación de los cuerpos de agua adyacentes al río o lejanos, la cuña salina avanzará río arriba, a distancias desconocidas y por ende, sólo con lo anteriormente expuesto, que no está medido por modelos que proyecten sequías extremas, no sabremos a dónde iremos a parar, ni cómo nos impactará. Después, obviamente, ni hablar de las lluvias torrenciales y continuas, del aumento de las velocidades de los vientos alisios como lo estamos notando. La lista es larga y culebrera...

Toca prepararnos... ¡Lógico!. Pero, ¿cómo y bajo qué prerrogativas?. ¿Cuál es el plan de trabajo sustentado y calibrado?. Como siempre en esta ciudad, región y país, los políticos proyectan que es mejor dejar las cosas así, que ellas solas se componen y que la ley del mercado, es también actuante y vinculante ante las problemáticas medioambientales. ¿No será que ese hastío, revolcado con tardanza a drede, es el signo vital que ejemplifica que los dineros en los bancos son incólumes y nada les pasará?. Acumulamos efectivo en cantidades alarmantes. Hasta los bancos se quejan de ello... No entiendo... Para que los "negocios" sin riesgo e inversión "prosperen" (es decir, los "ceveyísticos"), es menester que la economía exista, se dinamice... no que los activos vitales se incendien, o sean lavados por la lluvia o los vaporicen los vientos. Así de fácil señores "facilistas", perdón... señores políticos y/o "Padres de la patria". Planto mi bandera tricolor y me cuesta soltar mi risita compungida, por tener los labios cuarteados. Lo que sí sé, es que de estas, no nos salvamos ninguno. ¿A dónde van a correr con todo esos fajos de billetes?. Terminarán iluminando las cuevas o los refugios con ellos, porque en ninguno de los antropohuecos les cabrán, "ceveyísticos" empolvados... 

Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

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