sábado, 3 de agosto de 2024

AQUÍ SÍ Y ALLÁ NO…

Por Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

Mientras en Barranquilla, en la clausura del XXXI Simposio Nacional de Jueces y Fiscales, el Heraldo resalta en amplios titulares la máxima conclusión de la magistrada Marjorie Zúñiga, Presidenta de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, donde enunció: “Los Jueces son la garantía del orden constitucional”, considerándolos incluso como los articuladores de la paz. Alzamos la mirada de pronto, y notamos que en Venezuela, invocan al Tribunal Supremo de Justicia para validar las actas electorales del pasado 28 de julio y se arma Troya…

La Magistrada Marjorie Zúñiga

¿Por tanto a quién le creemos y sobre qué nos radicamos?. Aquí los jueces son equivalentes a garantías jurídicas mientras en Venezuela, el VoBo de las elecciones deben darlo las ONG que vienen del extranjero, como creen muchos de por aquí. Tremenda contradicción y asimetría, en cuanto a la interpretación de los procedimientos legales inherentes. 

Algunas lumbres estocásticas (no confundir con "legumbres" por favor…) del derecho electoral de Colombia y de otros países del vecindario, han enunciado que el TSJ de Venezuela, no está en capacidad de emitir ninguna clase de fallo en el tema de las actas electorales, aún estando el mismo procedimiento contemplado en la carta constitucional de ese país. 

La validez de las actas electorales en Colombia, Venezuela, Costa Rica o cualquier otro, se determina por los organismos contenciosos de cada país. Las entidades invitadas a auscultar los procesos electorales, se remiten a verificar si los mismos discurren dentro del orden democrático dispuesto. Hacen supervisión e interventoría electoral, pero no tienen la potestad para decidir quién es el ganador. 

Cuando una magistrada como la que referenciamos, reviste a los jueces con todas las garantías en cuanto a la juridisprudencialidad colombiana, manifestamos un no rotundo en lo referente al proceso de verificación constitucional en Venezuela. ¿Entonces cómo estamos?. ¿A quién le creemos?. ¿Qué vengan otros países a parodiar sobre quién ganó y quién perdió?, cuando no tienen facultad para ello, son visajes de ese colonialismo anatemizado y perverso, en el que antes se amparaban para darnos rejo. 

Nota: artículo de referencia

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