Estos nombramientos rompen de plano la secularidad prosaica de poner a cargo hombres en el Banco de Brasil, dándole la importancia impertérrita a las mujeres, que en cuanto a lo que a mí respecta, manejan muchísimo mejor y más responsablemente las finanzas a todo nivel. ¿Qué pasó Presidente Petro, acaso en Colombia no hay personas de estas esencias y brillos?. Quizá lo mejor es que el presidente Lula, se percató que urge de mujeres en cargos de alta responsabilidad, prospectadas en su política financiera, económica y monetaria, para adelantar sus programas contra la extrema pobreza (que sin duda entienden mejor), resurgida en tiempos de Bolsonaro y en pos de mejoras en la educación, la salud y otros índices sociales de suprema valía.
La importancia de la mujer, es hora que la saquemos del contexto doméstico y familiar. Eso lo seguimos haciendo en Colombia y ya basta... Ellas encaran otras prerrogativas, miran el mundo de forma diferente, encuentran soluciones más prácticas, responsables y fáciles de acometer. Ya esa proclividad de enmascararlas en posiciones tercias, llenas de rimbombancia y con poco impacto trascendental, debe cancelarse. Estos son nombramientos que en todo el continente, deben ponernos a reflexionar sobre el impacto y el papel real de la mujer en el más allá. No es de extrañar, que en la mayoría de las instituciones financieras gubernamentales en nuestro continente, se nombren hombres acartonados e insensibles. En el Uribismo, ponen a las mujeres a gritar, escandalizar, a reclutar negritos LGTBIQ+ (que gritan más que ellas) y son los hombres machos y probos, los que manejan el billete. Los demás cierran la jeta, como en el reguetón...
Por tanto, este es un tránsito de carácter trascendental, que no solo merece ser reseñado sino expuesto ante toda la opinión pública. Hay políticas en el país que son dignas de encarar, aquellas que merecen el apoyo total y que, una vez terminados los planes y las proyecciones, deben llevarse a cabo con el concurso y la jefatura de ellas. Incluso, ya hay que descartar las acepciones y las citaciones de amparo cuando las llamamos "nuestras féminas", "sexo débil" y cosas por el estilo. No señores, ellas son mucho más valentes, decididas y valientes a la hora del té. Ya andamos como que bastante emparejados y a nivel, para no reconocerle los aportes que de buena gana hacen, en este derrotero diario repleto de tanto mediocre y tanto balurde avivato escalador: si correcto, a todo nivel... Por ahora, nos hemos dedicado a darle piso a la mujer en aquellos ámbitos donde ellas menos nos molestan. ¡Qué jodidos e hijueputoides somos!.
Víctor Hugo Marenco Boekhoudt
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