domingo, 6 de noviembre de 2022

LA INCIDENCIA DEL ANTROPOGENISMO EN LA ATMÓSFERA

Está lloviendo en Barranquilla desde hace 30 horas. Con mis 62 años, nunca había visto este fenómeno y jamás se me había pasado por la cabeza, que tremendas expresiones erosivas iban dar a lugar en nuestros ámbitos. Es posible que esto lo consideremos solamente como un hecho casual pero no debe descartarse que a futuro tenga también mayores efectos. Me inquieta simplemente porque en toda correlación de observaciones, la exclusión de la regla causa cierto desasosiego. El agua actúa, no es una bendición y tampoco es lo contrario, ella avanza si tiene un gradiente topográfico a favor y en caso de hacer frente a una planitud o una topografía adversa, le hace el quite a punta de meandros.  Es decir o dicho de otra manera, es más recursiva que cualquier emprendedor advenedizo y siempre se sale con la suya.  Todo está fenomenología de desastres en la ciudad de Barranquilla, que está correlacionada intrínsicamente con la expresión del agua, y bien en poco grado, con la incidencia de un tectonismo incipiente, muy desconocido hasta el momento, que actuará y nos afectará si no actuamos. 

Algunos hasta se preguntán, ¿como es posible que existan personas protestando por la presencia de aguas subterráneas en el condominio Alondra en Alameda del Río?, o por otro lado, como es factible que estos hechos vayan a ser en el futuro más incidentes. El agua per se, ya sea que se derrita de los glaciares, corra por cauces o aquella que caiga del cielo, va a determinar los quehaceres del globo terráqueo en los próximos quinquenios. Seguirán creciendo los arroyos, la alcaldía y la gobernación continuarán lucrándose con su corrupción ramplona con la extensión en contraflujo de las obras, el agua se empozará en espacios diversos y la gran prensa atizará el coro de diablos explayando que ante eso, nada puede hacerse. Los arbolitos de la empresa del hermano de la gobernadora, jamás serán los maniqueos que nos salven de todos estos desastres, en especial del peor: el de la falta de valores éticos y morales. Vean esta instantánea:

Los pobladores del conjunto residencial Alondra perteneciente a Alameda del Río, salieron en días pasados a protestar por muchos motivos, entre ellos el robo de vehículos, de partes de vehículos, falta de parqueaderos, invasión a lo que ellos llaman como aguas subterráneas, falta de vías de acceso y muchos otros problemas más... Los aviesos representantes de la constructora Bolívar, se han hecho los de la vista gorda. Demostraron ninguna volición en tratar de resolver sus irresponsabilidades. Estos conjuntos de soluciones de viviendas anatemizados, hoy presentan más acertijos e insolvencias, precisamente por no radicar estudios serios de geología, geomorfología e hidrogeología que den un diagnóstico real del estado y orden de cosas. Con estos aguaceros, no es que el agua subterránea salga como geíseres a pasearse por las calles, es la tremenda irresponsabilidad de empresas ladinas, que no se remiten a la ciencia con el fin de radicar seriamente sus proyectos. Los organismos del estado no solamente están para acolitarlos, sino para frentear a los dueños ante tanta digresión e inasistencia. 

No pueden ablucionarse con el discurso del mal llamado "cambio climático" ante esta situación.  Lo que existe es la Intervención o Incidencia Antropogénica en la atmósfera en un 90%. El resto es un manejo irresponsable de basuras, estériles y sólidos a causa del desempeño urbano, desechos industriales y por la minería. Las soluciones planteadas hasta el momento, son estocásticas simple y llanamente porque los científicos sólo tenemos hoy día, trazas del concepto, más no de las consecuencias finales. No las conocemos y siempre aparecen nuevas, como la del conjunto Alondra. ¿Estamos ante una saturación de agua en suelos perfectamente arcilloarenosos que percolan lateralizadamente?. ¿Qué tal que ese nivel de aglomeración de aguas siga produndizándose, con estas clases de lluvias y comprometa las vías de acceso, las peatonales y los sardineles?. Esos eran pantanos encomiables en tiempos recientes, zonas de inundación y receptáculos del desborde de las aguas de varios arroyos, mayormente del León. Tiempo atrás el mar lo inundó y hace unos diez mil quinientos años, un geocatastrofismo del río Magdalena se apoderó con sus aguas de esos espacios. Por eso es que se notan las famosas piedras chinas esparcidas entre las arcillas de la superficie. 

La lluvia no para y aquí escribo todas mis cuitas revueltas con acertijos geomorfológicos. La extensión de la 43 (Veinte de Julio) se desplomó y va a seguir haciéndolo, quizá hasta peor, quizá ya a esta hora... No aprendimos lo que pasó en las laderas orientales y occidentales de Barranquilla e importándonos un soberano carajo, Alejandro Char ingeniero civil, autorizó el trazado de ese acceso por terrenos terribles. Se violó la isostasia bendita con todas sus apostasías y como abstrusos que son, adoptan últimamente la posición decumbente para no pasarle la responsabilidad a nadie. ¡Qué se jodan los que compraron las soluciones de vivienda en el norte!. Ese era el gancho y todos cayeron como huevas heladas. No quiero imaginarme lo que puede ocurrir con un conjunto habitacional inseguro, sin vías de acceso, con las piscinas rajadas entránole aguas extrañas, sin poder llevar los niños al colegio, repleto de flujos sulfurosos por todos lados y que luego, hagan más protestas en masa para que les devuelvan sus dineros. El Heraldo y Zona Cero nunca irán con sus encuestadores a consultar tarfufos, por esas explayaciones en desequilibrios, la opinión de sus macerados. Creo que es conveniente ir hasta los detalles y saber qué le espera a los propietarios de Alameda Del Río, de La Manga, Nueva Colombia, Miramar y todos los demás centros residenciales, que padecen las malas decisiones de gobernantes incompetentes y amarinados con las consabidas encuestas de lujo. Por ende, la incidencia antropogénica es causada por una falta de valores fundamentales, a causa de no hacer una transición correcta por las ávidas ganacias monetarias y financieras de un día para otro. 

Víctor Hugo Marenco Boekhoudt

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