lunes, 5 de abril de 2021

¿DESINFORMAR ES MUCHO PEOR QUE LA PANDEMIA?

Si Usted  en  Barranquilla  hace  un recorrido por las diferentes clínicas, se percatará que están colapsadas. Gente a las afueras angustiadas, un vehículo arriba trayendo a la madre desvanecida en la silla de atrás, los propios médicos que trabajan en los mismos centros de salud, no pueden ingresar ni a sus familiares... Mientras tanto, los Secretarios de Salud del Distrito y del Departamento, informan que la ocupación de las UCI están en un 90%. No sabemos qué padecemos y mientras en otros países del vecindario, abundan las cepas de Manaos o la Inglesa, acá inventan otra con una sigla pletórica en adefesios. ¿Saben ahora por qué no le creen ni al Heraldo ni a la Libertad?. Mientras los mismos enfermeros le certificaban a cada aspirante que no hay camas, los mismos indefensos salen a hacer el tour con su enfermo, en un taxi por los otros centros de atención de la ciudad. ¿Qué hay que hacer?.


La alternativa individual sigue siendo la prevalente y la mejor ante la mediocridad y la apatía de los encargados de la salud. Esa receta ya la sabemos hasta la saciedad: distanciamiento, cero reuniones y el tapabocas. Lo contradictorio es que de alguna u otra manera, debe insuflarse en contactos frecuentes, debe pagar las deudas (ni el Distrito ni la gobernación, han dejado de embargar las cuentas) y tiene que hacer las compras. Eso corresponde a la aureola del primer círculo de acción ya que la presión socioeconómica, lo adosa para que siga haciendo sus gestiones pendientes y atrasadas a causa de la pandemia. Pudimos haber parado en la primera instancia pero ahora cargamos con ese peso. Simplemente el empresariado y los dirigentes, no quisieron seguir esa estrategia por razones de flujo de dinero o impactos en sus negocios.

Mientras vamos contando los que mueren, los que están en los hospitales en estado grave y los que vendrán, me pregunto: ¿seré yo Señor?. Sobre este piélago de evolución pandémica reina la incertidumbre y hasta el menosprecio del conjunto por el individuo o a la inversa. Lo risible es que tenemos vacunas y solamente hemos colocado el 64% de las mismas. Irán a llegar más y se seguirán acumulando mientras me preguntaré: ¿seré yo el próximo Señor?. Sin saber qué nos acosa, sin estar debidamente enterados de la nueva surgencia, sin pronunciamientos de las universidades o centros científicos, sin plantear nuevas soluciones sabiendo que lo de hoy nos es lo mismo que hace seis meses atrás, pregunto: ¿sucumbimos por el virus o por la pésima información adobada con la decrepitud de nuestros gobernantes?. ¿Qué es peor?. ¿Sí son esas vacunas las que deben ser?. Los que deben mostrar la luz son unos seres endorreicos que no saben qué entregar ni qué hacer. Al mediocre Usted lo conoce cuando descansa, jamás cuando propone soluciones. Los de aquí superan ese paroxismo.

Víctor Hugo Marenco Boekhoudt 

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