martes, 28 de enero de 2014

EL TAPÓN DE ANDREIS COMO FACTOR DE RIESGO

CONDICIÓN GEOLÓGICA DEL TRAMO FINAL DEL RÍO MAGDALENA


1. PREÁMBULO

Los poetas siempre miran más allá de lo que pueden hacer normalmente cualquier provinciano de compostura formal. Rafael Campo Miranda, insigne poeta y compositor soledeño lo expresó en toda su ineludible excelencia:

"Río y Mar, Tierra de mi corazón, tierra que me vió crecer, y ahora yo le canto esta linda canción... Barranquilla linda, Barranquilla mía, no tengo más que ofrecerte, esta linda melodía"

Ni decir de Pacho Galán quien con varita mágica engalanó con un merecumbé enjundioso el verso esquisito de Miranda... No hay nada que hacer: son los Soledeños quienes han endilgado con sus urdiembres de son y palabras a la periferia de las barrancas de San Nicolás más que nosotros mismos. 


2. GENERALIDADES
En días recientes han salido a la palestra pública, varias opiniones y conjeturas con relación a la profundización del canal navegable, que sirve a los diferentes terminales y muelles ubicados en la zona portuaria de Barranquilla. Sin duda un tema álgido y acucioso es la condición geológica, que sin dejar de ser menos importante, ha tenido poca divulgación de la información relacionada. Veremos que la expresión geomorfológica y las características geológicas asociadas al río, son factores decisivos para la toma de decisiones respecto a los dragados a ejecutar y a las otras obras pertinentes para domesticar al rio y consolidar la vocación portuaria de la ciudad.

Las primeras evidencias del conocimiento de la geología del tramo final del sector en cuestión son relativamente recientes, y los más detallados apenas datan desde la construcción del puente sobre el río Magdalena, a comienzos de la década del setenta. Las perforaciones mostraron la continuidad de una capa calcárea algo homogénea pero claro, al no hacer las correlaciones de la información recolectada, como tampoco las siguientes interpretaciones geomorfológicas del caso, el concepto del entorno de su estructura interna quedó inconcluso y disoluto.

Sabemos que Karakalí era la denominación en la lengua Mokaná del tramo final de lo que conocemos hasta hoy como el río Magdalena. Quizá los pobladores de Caracolí en el Atlántico no se han percatado aun que son depositarios de una denominación supremamente honrosa y estival, de ese brazo portentoso y lleno de magia que se torna en raudales crujientes cuando va en busca del mar Caribe


3. ENTORNO GEOLÓGICO

De antemano sabíamos que Barranquilla estaba emplazada en unas lomas de calizas riquísimas y duras en toda su expresión. Todas las cuadras de los barrios El Prado, Paraíso, Riomar y otros cercanos a las licencias mineras de la otrora Cementos Caribe, mostraban las mismas peculiaridades. Un flanco de calizas tremendas, exuberantes, llenas de historias y vestigios de un pasado geológico riquísimo en vida marina, eventos catastróficos y choque de placas tectónicas. Esas calizas mostraban una incidencia hacia el río... presentaban una tendencia a comprometerse con el Karakalí en un abrazo matrimonial indivisible, pero sólo las perforaciones del puente mostraban para la época, que aquello no era más que un mero encuentro casual. El focalismo como siempre, nunca nos permite mirar hacia los lados y sólo bastó encontrar el subsuelo sostenedor de la estructura.

En mi participación en el estudio del dique direccional con el laboratorio de ensayos hidráulicos de Las Flores, haciendo otras perforaciones, nos percatamos que la caliza se hacía presente de nuevo. Algo muy interesante, pero que va !!, la localía atestiguaba que eran remanentes aislados. Aunque se sabía algo de lo del puente, era cierto que esa ambientación peculiar de toda la expresión del manto calcáreo hacía notar unas dudas justas en toda la circunvalación descrita, cuando el río busca al mar.

Con el tiempo y quizá como resultado de las buenas obras hidráulicas, el caudal aumentó y el río se encargó de quitarle el manto de arena a la caliza frente a la Sociedad Portuaria de Barranquilla y mientras sus directivos estudiaban como serían los trabajos para profundizar la zona de aproximación a sus muelles, ahí sí se nos dio la oportunidad, con toda la grandiosidad que muestra la fenomenología geológica, de conocer y ser testigos de una singularidad evidente y hermosa: Un tapón hidráulico. Y más en la adyacencia de su desembocadura... extremadamente interesante... Aquí nos maravillamos cuando una persona generalmente foránea nos habla de un aforismo o alguna que otra hidalguía de un descubrimiento remoto; lejano para nuestras cuentas... Pero tener esta preciosidad acá a la vuelta de la esquina y con toda esa invariable información que nos entrega? era simplemente un milagro... vaya... no éramos tan simples entonces. Esta estructura rocosa que yace por debajo del cauce del Magdalena (léase tapón hidráulico) son rarísimas y mucho más en la desembocadura de un río de esta magnitud. Denota un fenómeno singular, particular y único porque los estuarios son rellenados por la acción de los ríos por miles y millones de años y es casi inconcebible encontrar algo de este estilo.
























Somos habitantes de una ciudad enteramente coralina, con un pasado geológico reciente que lo inscribió y lo testimonió como una isla errante que fue devorada por el impetuoso Karakalí.  De todos modos no es nada sencillo si tenemos en consideración todo lo que esta clase de actividades implica dentro del saber humano. Si hemos vivido de espaldas al río durante toda nuestra existencia como ciudad, ahora con más razón no podemos echar por la borda su condición existencial. 

Decidimos homenajear a una persona que por su prestancia y solvencia fue un ser humano en toda su valía. Es más, se rotuló así mismo como un vínculo de unión entre lo que es Ciénaga y Barranquilla. Por eso... por Alfredo Rafael Correa de Andreis, decidimos colocarle ese nombre tan sonoro y tímbrico como el Pumarejo… de las huestes de nuestra tierra. Una singularidad de ese estilo merece un nombre y dado a las razones expuestas se llama así: EL TAPÓN DE ANDREIS.


4. EL RIESGO DE DRAGAR

La Sociedad Portuaria de Barranquilla y Cormagdalena han propuesto dragar el susodicho tapón de marras de una vez por todas, pero pregunto,  ¿se han hecho todos los estudios y las consideraciones de caso? Cualquier empresa que se haga valer tiene que ser previsiva y no correr riesgos innecesarios que se pueden solventar con toda la capacidad de la ingeniería colombiana. Dragar un fondo duro y extenso puede tener inherentemente muchas causales imprevisibles que pueden presentar implicaciones de diversa índole. Los escenarios pueden ser anisotrópicos y variopintos; es más, con consecuencias impredecibles que pueden rayar en un desastre ecológico, o hidrológico, o en otros factores que alteren las inversiones portuarias  en la zona.


Foto 1. Dragado de algunos puntos del Tapón de Andreis y la roca caliza. Notar la excelente calidad del material extraído. Cortesía de MAPESA SA

Antes de dragar hay que optimizar y correr un modelo geológico en primera instancia que detalle que se va a intervenir y bajo qué condiciones. Previo a cualquier actividad de dragado de un rio, se debe invariablemente determinar un modelo geo-hidráulico que estime todas las variables habidas y por haber, las cuales tienden a influenciar y predecir la tendencia de la corriente. Previo a un dragado en una zona confinada, se debe tener claro que hacer con el material dragado y donde puede ser útil su disposición final. Esto no es capricho señores... El Tapón de Andreis si se interviene, puede causar efectos erosivos tremendos en alguna de las orillas o en su defecto, tiene la posibilidad de cambiar cursos de cauces que eran hasta su momento, inveterados. No son alarmismos ni nada por el estilo; simplemente se invita a que se consideren invariablemente todas las causas y consecuencias que puede tener un dragado de este orden y sus impactos en las orillas del río como tal. Nadie se encuentra excluido y es una práctica perfectamente normal en un trabajo de ingeniería de características intervencionistas.

La historia reciente muestra que cualquier alteración antrópica de un río puede presentar más adelante consecuencias desagradables. Los rusos en el año de 1927 alteraron el Volga en su desembocadura al Caspio con un dragado intenso, cerramientos de cauces y se presentaron consecuencias catastróficas en poblaciones importantes que habitaban en su delta, las cuales posteriormente fueron trasladadas a emplazamientos más seguros. Tampoco olvidemos el suceso de la Boca del Cura, en la historia algo reciente de la actividad fluvial colombiana, cuando por hacer caso a la orientación del sacerdote José de Gavaldá para mitigar la sequía del año 1938, la población hizo la modificación del caño Caribeña y un corregimiento de Majagual (Sucre) fue arrasado por el cauce del río Cauca, persistiendo este problema hasta el día de hoy. 



Víctor Marenco Boekhoudt
Ing. Geominero MSc.  





2 comentarios:

  1. Para los que no conocemos mucho del tema, los terminos que usas no nos brindan claridad.
     
    Un comentario: El señor Ruiseco Vieira durante 50 años hizo todo el daño posible e inimaginable a la aldea de Barranquilla.
     
    Uno de ellos fue incumplir o hacer de manera ilegal la recuperación de los terrenos explotados para la extracción de calizas. Todo eso en connivencia con los funcionarios que debían vigilar el cumplimiento de los contratos de concesión.

    José Darío Forero

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  2. Excelente artículo. En lo que sí me permito discrepar contigo es en lo del dique direccional pues, si se mira desde un punto de vista meramente hidráulico, sí fue eficiente al aumentar el caudal del río lo que, a su vez, arrastraría los sedimentos. Pero, y ese es el gran pero, al aumentar la velocidad de la corriente, se aumenta el hundimiento dinámico (squat) del buque, reduciendo de manera significativa: a) su velocidad sobre el fondo y, por ende, su capacidad de maniobra al entrar al puerto, b) su velocidad a través del agua, obligándolo a navegar a mayor velocidad para poder gobernar de manera segura al salir del puerto, c) reduciendo su sonda bajo la quilla, así aumentando su probabilidad de varar o encallar - como en efecto ocurrió de manera reiterada al terminar las obras civiles.

    El ingeniero civil sólo examina el problema de la profundidad del canal navegable. El ingeniero PORTUARIO y el marino mercante tienen una visión panorámica del problema y comprenden (y viven a diario) los efectos nocivos de las soluciones hidráulicas a un problema que es, esencialmente, el de la conducción segura y eficiente de un buque mercante en aguas someras. Y eso NO lo manejan los ingenieros, con excepción de los ingenieros portuarios. Dicho esto, en Colombia NO existe esa carrera y los pocos (muy pocos) que algo sabemos de buques y puertos no somos escuchados por ser ESA es una mala noticia para los políticos y demás 'dueños del balón'.

    Creo que es hora de que sumemos tanta información y conocimiento desperdigado por todas partes y nos unamos para llegar a un solución consensuada, inteligente y duradera. Para eso, TODO el mundo debe estudiar, analizar y aplicar la información contenida en el manual de "Guía para el diseño de los canales aproximación a los puertos" de PIANC, sobre la cual te puedo dar mucha información. Cordial saludo,

    Ricardo Moreno

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